COMUNICADO OFICIAL DE LA CAMPAÑA

Inmigración y escuela. Violencia y perdida de rendimiento(I)


    La historia y en concreto la experiencia europea, con inmigraciones ya consolidadas, nos advierte que la disolución de las identidades nacionales nunca ha creado en ningún lugar cosmópolis mestizas, sino que ha provocado una exacerbación de las diferentes identidades. A episodios como este, hace ya muchos años que la sabiduría popular les otorgó sentencia; “quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro”

    Algunos les aclaman como “nuevos españoles”. Se trata de la llamada segunda generación de inmigrantes. La componen los nacidos en España de padre o madre extranjeros y los nacidos en el exterior pero asentados en nuestro país a una edad temprana.
     Para una abrumadora mayoría de estos jóvenes (el 85%), la nacionalidad es una cuestión “muy importante”, pero contradiciendo el discurso oficial el grueso del grupo se identifica con la nacionalidad de origen y apenas un tercio se considera español. Aunque en la práctica muy pocos abandonarán la piel de toro, solo uno de cada cuatro dice preferir España como país para vivir. Por lo tanto, la ausencia de vínculos o reconocimiento de deuda con España, es el perfil mayoritario de los hijos de inmigrantes escolarizados de la Comunidad de Madrid. Son datos recogidos por un estudio realizado por docentes de las Universidades de Comillas, Princeton y Clemson, las dosúltimas en EE UU.

     El curso escolar 2009-2010 en la Comunidad de Madrid cuenta con 138.398 de estos alumnos. Representan el 14,19 por ciento del total de estudiantes madrileños. En la distribución por nacionalidades destaca Ecuador con un 22,8 % del total de extranjeros, Rumanía con el 12,2%, Marruecos con el 10,6%, Colombia con el 7,9 % y Perú con el 6,1 %. Aproximadamente el 80% se encuentra escolarizado con cargo a las arcas del Estado en la red pública.

      La integración no interesa a los “nuevos españoles”

    Casi el 70% de los inmigrantes de segunda generación, considera que los españoles se sienten superiores. Quizás por ello sus relaciones son marcadamente endogámicas. La mayoría declara que sus amigos provienen del mismo país o región y reconocen que se integran en redes sociales cerradas que refuerzan sus diferencias étnicas.

     Carmen González, profesora de Ciencias Políticas y especialista en inmigración, ha realizado recientemente un estudio sobre adolescentes en el distrito de Villaverde, que cuenta con una alta concentración de inmigrantes. La experta concluye que “existe una clara separación por orígenes nacionales, tanto en el instituto como en la calle'. En el trabajo advierte del riesgo de llegar a una sociedad “fragmentada según nacionalidades'. En las aulas hace años que esto ya es un hecho.

   Solidaridad étnica

    Se generan en la calle y se reproducen en la escuela. La llegada intensiva de inmigrantes lleva siempre aparejados los fenómenos de concentración y segregación entre nativos y extranjeros. Los inmigrantes se concentran en determinados espacios debido a tres factores fundamentales: el precio de la vivienda, los mercados laborales locales y las redes sociales basadas en el principio de una pretendida “solidaridad étnica”.

   La realidad es que detrás de esta “solidaridad” se parapetan las “estrategias comerciales” de los inmigrantes, muchas veces basadas en la explotación de sus propios compatriotas. La presión de la nueva comunidad afecta a los barrios de acogida que se vuelven más permeables a sus estilos de vida. Su actividad termina por transformar el entorno en un escenario casi normalizado de clandestinidad y de prácticas comerciales o sociales proscritas por la ley.

    La degradación de estos espacios y los graves problemas de convivencia, provocan la huida de los españoles. El proceso abarata la vivienda, lo que a su vez deja más espacio para la llegada de nuevos integrantes de las minorías, que terminan por constituirse en mayorías. Se podría decir que los procesos de concentración escolar de inmigrantes son similares a los que explican la concentración residencial.

    Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca, ratifica la correlación entre mayor porcentaje de inmigrantes y progresión de la endogamia. En las conclusiones de su trabajo publicadas bajo el descriptivo título de “Fronteras en la escuela”, desmonta el mito de los guetos, advirtiendo que son “buscados por las propias minorías para lograr inmediatamente mejores relaciones”.

    Violencia en las escuelas y en las familias

   Entre las consecuencias de este escenario, se encuentra el repunte generalizado de la violencia. Son los propios alumnos los que alertan de que “la existencia de pandillas y de reyertas interraciales son frecuentes'. El 41% de los escolares de colegios públicos y el 35% de los concertados, llegan a asegurar que “las frecuentes peleas interétnicas afectan notablemente en sus estudios”. Así lo destaca el estudio “La segunda generación en Madrid”. Esta investigación concluye asegurando que “las actitudes de los entrevistados confirman la opinión general sobre el deterioro educacional asociado con las bandas y riñas entre grupos de distinta raza y etnia”.

    El profesorado y la familia son otras dos instituciones que sufren las secuelas. Según Javier Urra, conocido psicólogo y antiguo Defensor del Menor en Madrid, quince de cada cien profesores de secundaria han sido agredidos físicamente alguna vez y un 73% lo han sido verbalmente. Son muchos los educadores que manifiestan sentir miedo al entrar en clase. En cuanto a los delitos de violencia familiar y escolar cometidos por menores, han aumentado en Madrid un 45% y un 30% respectivamente en 2008. El resultado es el estrés permanente de muchos padres y docentes.

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